Tras los pasos de Isabel la Católica: La ruta por la provincia

Retrato de Isabel la Católica realizado por Juan de Flandes

Aunque viajar al pasado, hoy por hoy, es técnicamente imposible, recorrer los caminos y senderos que en su día grandes figuras de la historia de España pasaron por es algo no solo factible sino especialmente interesante. Y que menos que la reina Isabel la Católica, cuya coronación se dio en la capital de la provincia, como insignia de una ruta que recorre diversos puntos de Segovia en los que la monarca convivió. Conozcamos hoy esos lugares, cuya historia pervive hasta el día de hoy.

La Ruta de Isabel la Católica: Comienzo y primer parada

Comenzamos nuestro camino en la capital, lugar en el que la relación entre la reina y la ciudad es más que directa: el 13 de diciembre de 1474, fue proclamada reina de la corona de Castilla, en el atrio de la antigua iglesia de San Miguel, templo que se encontraba en donde hoy se emplaza la Plaza Mayor de la ciudad. Este se trataría de uno de los acontecimientos más destacados entre Segovia y la monarca.

La ruta continúa hasta llegar al municipio de Aguilafuente, lugar donde se imprimió el «Sinodal de Aguilafuente», el primer libro impreso en España y en castellano de la historia. El promotor de este incunable fue el obispo Arias Dávila.

La reina dejaría su huella en Aguilafuente en mayo de 1483 camino de Burgos. Durante los años de su reinado se han conservado documentados firmados por la reina Isabel con referencias directas a Aguilafuente.

Además, en octubre de 1505 Fernando, habiendo muerto ya la reina, se trasladó desde Segovia a Aguilafuente ya que afirmaba que en el Alcázar “las paredes oían”, instalándose en la localidad durante varios días con su secretario. Desde este municipio enviaría varias cartas referentes a los asuntos de Aragón. Coincidiendo con su marcha el 12 de octubre, se firmó por parte de sus representantes y los de Luis XII de Francia, el Segundo Tratado de Blois, en el que entre otras cuestiones, se acordó su matrimonio con Germana de Foix.

Si quieres recorrer los lugares por los que la reina pasó podrás visitar la Iglesia de Santa María, de origen románico tardío y reformada durante el siglo XV, la Iglesia de San Juan Bautista, del siglo XII con modificaciones hasta el XVI y actual aula arqueológica del yacimiento de la Villa romana de Santa Lucía.

Segunda parada: La fortaleza de Turégano

La segunda parada nos lleva hasta Turégano, villa episcopal donada en el siglo XII por la reina Doña Urraca a Pedro de Agen, primer obispo de la diócesis de Segovia. Aquí destaca la figura de Juan Arias Dávila, claro ejemplo de la promoción social que tuvieron las familias de conversos durante los reinados de Enrique IV y de los Reyes Católicos.

Partidario de Enrique IV, cambió de bando a favor de Alfonso, y luego de Isabel. Ambos se refugiarían en el castillo de Turégano. El 4 de enero de 1469, fue el lugar donde se encargó de ejecutar la falsa dispensa apostólica que eliminaba a Isabel y Fernando del impedimento para casarse por ser primos segundos.

En el castillo también se alojó Fernando durante tres días esperando ser recibido por su esposa Isabel tras su proclamación como reina de Castilla. Finalmente el encuentro tuvo lugar el 2 de enero de 1475, momento en el que negociaron las competencias de cada uno, recogidas en la Concordia de Segovia.

Tercera parada: El Castillo de Villafranca

Esta fortaleza, situada en Condado de Castilnovo, fue residencia ocasional de los Reyes Católicos en algunos de sus desplazamientos entre Segovia a Burgos. Fernando, antes de casarse con Isabel, mantuvo relaciones con Aldonza Roig de Iborre y Alemani, quien se vestía de hombre para acompañarle en las cacerías y con quien tuvo dos hijos: Alfonso (futuro Arzobispo de Zaragoza y Virrey en Aragón) y Juana (a quien compraría el castillo y sus territorio cercanos). El aspecto actual del castillo se debe a las restauraciones realizadas por José de Galofre, pintor y secretario de Isabel II.

Cuarta parada: Sepúlveda

Esta localidad es fundamental debido a su importancia histórica durante el reinado de Isabel. Dentro de su patrimonio destacan sus fortificaciones medievales, con sus puertas y murallas de la época, y sus iglesias románicas. El municipio se vio afectado directamente durante la guerra entre los partidarios de Enrique IV y los de su hermanastro Alfonso. Esta lucha continuó años después entre los partidarios de Enrique IV y los de Isabel y Fernando.

El firme posicionamiento de Sepúlveda en favor de Isabel y Fernando, provocó en 1471 como represalia la donación por parte del rey de Sepúlveda y su tierra al Marqués de Villena, cuyas tropas fueron rechazadas en la villa, poniéndose de nuevo a disposición de Isabel y Fernando e invitándoles a trasladar su corte a la villa, los cuales acudirían en 1472 para agradecerle su lealtad.

Quinta parada: El Monasterio de Los Ángeles de La Hoz

A pocos kilómetros , en el término municipal de Sebúlcor, descubrimos las ruinas del monasterio franciscano de Nuestra Señora de la Hoz, enclavadas en un alto en el corazón del Parque Natural de las Hoces del río Duratón, en uno de los giros del río a su paso por el cañón.

El monasterio fue fundado por monjes de la orden franciscana en el siglo XIII supuestamente sobre una iglesia paleocristiana dedicada a la Virgen y a San Pantaleón. En 1492, estando la reina Isabel en Aranda de Duero, conoció la noticia de su derrumbe durante una tormenta, salvándose tan sólo la iglesia en la que se había reunido toda la comunidad. Inmediatamente donó dinero para su reconstrucción, por lo que sus símbolos de armas aparecen visibles en la obra.

La reina visitó en varias ocasiones el monasterio además de acudir a venerar a la Virgen Felipe II, promotor también de algunas reformas en el templo. El abandono tras la desamortización de Mendizábal en el siglo XIX provocó su deterioro y progresiva ruina. Sus objetos se dispersaron por la provincia, guardándose la imagen de la Virgen en la iglesia de San Justo de Sepúlveda o uno de sus retablos en la iglesia de San Pedro de Gaillos.

Sexta parada: La Villa de Cuéllar

En su momento, fue cabeza de los estados de los De la Cueva y de los Duques de Alburquerque. Su origen proviene de una donación de Enrique IV a Don Beltrán de la Cueva, en la cual la entregaba en 1464, negando así el testamento de Juan II que dejaba sus rentas, de más de un millón de maravedíes más al año, para el mantenimiento de su hija Isabel, la futura reina. Beltrán de la Cueva siempre temió la reclamación de Cuéllar por parte de Isabel, cuando ésta se trasladó junto a su hermano a Segovia, por lo que fortificó el castillo levantando una barrera y demoliendo la iglesia de San Nicolás que estaba frente a la fortaleza.

Durante el enfrentamiento de Isabel y Fernando con el rey Enrique por la sucesión al trono, fue partidario Don Beltrán de los primeros, y su lealtad fue premiada con la confirmación de los estados donados por Enrique IV, incluido Cuéllar, en 1476.

Final de trayecto: El Castillo de Coca

Terminamos en la villa de Coca, cuya historia está vinculada desde el siglo XV a la familia Fonseca. En la capilla mayor de la iglesia de Santa María fundaron su panteón, uno de los mejores del renacimiento castellano, realizado por los mismos artistas de los monumentos funerarios de los Reyes Católicos y de Juana I junto con Felipe el Hermoso: Domenico Fancelli y Bartolomé Ordóñez.

Alonso de Fonseca, arzobispo de Sevilla, promovió en su momento el frustrado enlace entre Isabel y Pedro Girón, hermano del Marqués de Villena. Además de éste, hubo otros pretendientes matrimoniales dispuestos por la corte como Carlos Príncipe de Viana.

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